¡Buenas noticias, Puebla!
Al fin alguien pensó en los verdaderamente olvidados: los coches sin hogar. Porque, ¿quién necesita ciclovías completas, funcionales y legales cuando puedes tener 50 centímetros más de glorioso pavimento para estacionarte en doble fila mientras vas por las tortillas? Miren ustedes que parece que lo de la ciclovía en avenida Las Torres ya se solucionó.
¿Cómo se resolvió?
Pues nada menos que recortando la ciclovía de Las Torres, de 2.5 a 2 metros. Porque los ciclistas, esos impertinentes que creen que tienen derecho a no morir atropellados, estaban siendo muy exigentes. Y claro, los vecinos y locatarios, que ya tenían media calle tomada para sus productos, solo pedían tantito: que les devolvieran el espacio para estacionarse en zona prohibida como Dios manda. El asunto es que la Ley General de Movilidad y la NOM-004-SEDATU-2023 —esos textos aburridísimos que hablan de derechos humanos y seguridad vial— dicen que una ciclovía debe medir mínimo 2.5 metros.
Pero Puebla es tierra de creatividad: si la ley dice 2.5, pues nosotros le metemos 2.
¿Por qué se va a reducir la ciclovía de Las Torres?Porque aquí los centímetros se negocian. Y no importa que los peatones, ciclistas, niños, repartidores y abuelitas con bastón sean “usuarios vulnerables”. Aquí lo importante es que Don Chuy no tenga que caminar tres pasos más desde la esquina para llegar a su panadería. ¡Prioridades! Claro, hubo quien se opuso. Activistas de la Fundación Manu Vive organizaron una rueda de prensa para defender la ciclovía. Pero fueron interrumpidos por comerciantes furiosos que llegaron a “dialogar” como se dialoga en México: a gritos y con exigencias.
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Y en medio del caos, hay estudiantes de la BUAP diciendo cosas razonables como que “la ciclovía podría atraer clientela a los negocios”. Pero no, eso es demasiado sensato. Aquí preferimos creer que si no hay coche estacionado en la puerta, el cliente no existe.
¿Gente que llega caminando o en bici? Eso no deja propina.
Así que celebremos, vecinas y vecinos de Puebla: perdimos medio metro de ciclovía, pero ganamos el derecho sagrado a estacionarnos donde queramos. Total, ¿qué puede salir mal? A lo mucho uno que otro atropellado, pero eso ya es tradición urbana.
¿Y la ley?
La ley es una sugerencia. Aquí mandan las llantas. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana
Acuérdense que el que se enoja pierde.
Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: lavecindad@elpopular.org |