Miércoles 26 de Noviembre de 2025

¡Vecinas, vecinos!

 

Ahora sabemos por qué los líderes de la oposición están de brazos caídos y, muchos de sus militantes, decepcionados y migrando a cualquier otra opción partidaria que se les ponga en frente.

Bueno, tampoco es que haya tantas opciones, solo queda Morena y Movimiento Ciudadano.

 

Pero, vayamos al grano.

 

El jueves pasado don Silverio Alatriste Hidalgo, quien desde el junio pasado tomó protesta como presidente del comité municipal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tehuacán, ofreció una comida en su casa en la zona de Chilac en Ajalpan con integrantes del comité estatal y municipal del tricolor, incluido el líder estatal, Juan José Castro Justo.

Para nadie es un secreto que don Silverio Alatriste quiere seguir los pasos de su difunto hermano, quien fuera presidente municipal de Tehuacán de 2002 a 2005, y por eso anda muy activo y con todas las pilas puestas para fortalecer a un PRI que ya na más agoniza.

Juan José Castro toma protesta a Silverio Alatriste como presidente del comité municipal de Tehuacán.

La reunión, con más o menos 20 personas, transcurría en un ambiente festivo, los tragos fluían generosamente, el mole deleitaba los paladares y la conversación amena se entrelazaba con discursos motivacionales que apuntaban al 2027.

Fue entonces cuando don Juan José Castro solicitó a don Silverio Alatriste un poco de privacidad para atender una llamada de suma importancia que, según, cambiaría el rumbo de la política local.

Con la adrenalina al máximo, don Silverio Alatriste se levantó de su asiento, dejando atrás el trago que apenas había probado, y guio a Juan José Castro a una habitación adyacente, envuelta en un silencio sepulcral. La puerta se cerró detrás de ellos, y el aire se cargó de expectación.

El teléfono sonó, y al otro lado de la línea, una voz grave y áspera se limitó a decir: “Hola”.

Don Silverio Alatriste se quedó frío. La voz era de nada más y nada menos que de Mario Rincón González, el subsecretario de Gobernación, que desde el otro lado le pedía a toda la banda tehuacanera del PRI aguantar línea y permanecer calmados.

 

Al final de la breve llamada solo se escuchó un gustoso: “Estamos a sus órdenes”, de Juan José Castro, a quien no le quedó más que colgar llamada ante la sorpresa y el descontento de don Silverio Alatriste.

Dicen quienes lo vieron que si no fuera por las ganas que aún le quedan de ser presidente municipal a don Silverio Alatriste le hubiera dado un infarto.

Después de esa llamada, la fiesta se terminó. Los invitados se sirvieron la caminera y se marcharon antes de que el ambiente se enrareciera aún más. De camino a casa, el silencio fue el único acompañante, y en sus pensamientos, una sola idea: el PRI, el otrora gran partido, había tocado fondo, subyugado por la marea morenista.

 

El fin de una era, pensaron muchos.

 

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Ni el whisky fino le quitó por varios días el mal sabor de boca a don Silverio Alatriste, quien solo por un momento pensó vagamente en su examigo Néstor Camarillo y ese color naranja chillante que quizá hubiera sido su salvación.

Don Silverio Alatriste no es la excepción, cuentan que lo mismo que vivió él está pasando con los líderes de los comités municipales del PAN, donde por indicaciones de muy arriba les dicen que calladitos se ven más bonitos y que se aguanten vara, porque su sumisión será recompensada.

 

Ahora entienden, ¿por qué tanto silencio?

*

Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.

 

 

 

Acuérdense que el que se enoja pierde.

 

 

 

 

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