En Puebla, donde la desaparición forzada continúa siendo una emergencia sostenida, el arte se ha convertido en una herramienta política y un territorio de memoria impulsado, en gran medida, por mujeres buscadoras que enfrentan cada día la ausencia de sus seres queridos y la indiferencia institucional. De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), entre enero y octubre de 2025 se registraron mil 493 denuncias por desaparición, siendo marzo el mes con mayor incidencia al acumular 177 casos. Detrás de cada cifra existe una vida, una historia y una red familiar que carga con la incertidumbre, recordó la activista y académica de la Universidad Iberoamericana Puebla, Alma Cardoso. En entrevista con El Popular, periodismo con causa, Alma Cardoso reflexionó sobre cómo las prácticas artísticas, lejos de ser un entorno elitista, se han convertido en un refugio y un acto de resistencia frente a esta crisis de derechos humanos. Te puede interesar: Violencia digital: entre la impunidad, el miedo y la saturación institucional El arte como acompañamiento y como acto políticoAlma Cardoso, quien cursa un doctorado en curaduría artística, colabora con artistas y colectivos dedicados a visibilizar violencias en Puebla. Entre ellos destaca su participación en Narrativas y Memorias, un proyecto vinculado a Técnicas Rudas y al colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, integrado, en su mayoría, por madres, hermanas e hijas que buscan a sus familiares. Para la académica, el arte no es ocio ni lujo, sino un instrumento para reconstruir el tejido social:
En estos proyectos, la música, los textiles, el teatro y la fotografía se vuelven lenguajes potentes para narrar historias sin criminalizar a las víctimas y para exhibir la dimensión humana del dolor que atraviesa Puebla.
La desaparición forzada desde una perspectiva de géneroCardoso subraya que la desaparición no afecta de la misma forma a mujeres y hombres. Las desigualdades estructurales de género determinan quién desaparece, por qué y en qué circunstancias. Los hombres suelen ser víctimas de desaparición relacionada con trabajos forzados o reclutamiento por grupos delictivos. Las mujeres, por la feminización de la violencia, enfrentan mayor riesgo de desaparición con fines de explotación sexual, trata, abuso o labores de cuidados forzados. Sin embargo, también son las mujeres quienes sostienen la búsqueda en Puebla y en todo el país.
Estas mujeres —explica— se convierten en investigadoras, peritas, psicólogas, defensoras, gestoras culturales y creadoras de memoria. Su labor nace de la omisión institucional, que las obliga a asumir tareas que corresponden al Estado. Te puede interesar: Estas son las 5 leyes que te protegen contra la violencia de género en Puebla Cuando el arte se convierte en memoria viva en PueblaEn el contexto poblano se han promovido diversas iniciativas artísticas que buscan dignificar la vida de las personas desaparecidas:
Estas intervenciones, muchas realizadas en espacios públicos o universitarios, permiten que sectores ajenos a los colectivos entren en contacto con la problemática desde un lugar de empatía, no de prejuicio. “Los desaparecidos nos faltan a todas y todos”Para Alma Cardoso, el arte abre una puerta emocional que obliga a observar la desaparición más allá de las estadísticas:
Añade que cada obra, bordado, fotografía o acción colectiva es un avance hacia la reconstrucción de la memoria social en un estado donde la crisis de desapariciones continúa creciendo.
En Puebla, donde las familias han alzado la voz ante la falta de respuestas institucionales, el arte se ha convertido en un acto de resistencia, una herramienta para no olvidar y una afirmación de que la memoria —como la lucha de las mujeres buscadoras— permanece viva. |