Ex convento de Santa Mónica: patrimonio de 3 de siglos

El Convento fue descubierto en 1934 después de 250 años de sus actividades pasó a ser el Museo de Arte Religioso

El ex Convento de Santa Mónica y actualmente conocido como el Museo de Arte Religioso es un lugar lleno de misticismo, misterio e infinidad de historia poblana.  

Ubicado en la avenida 18 poniente #103, en sus muros alberga una infinidad de misterios y leyendas ya que fue el principal lugar donde se albergaban las religiosas en la época del Virreinato. 

El Convento fue creado con el propósito de ser el lugar de alojamiento de esposas de españoles que se quedaban solas es decir viudas y con el tiempo pasó a ser un monasterio. 

Este Monasterio fue construido en honor a Santa Mónica fundado el 24 de Mayo de 1686 para dar inicio a sus funciones como Convento en este mismo año, su fundador fue el Obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y se ubica junto al templo del mismo nombre, templo que alberga a la imagen del Señor de Las Maravillas o como antes se le conocía El Señor de las 3 Caídas

Cabe destacar que Manuel Fernández también tuvo un papel muy importante en las obras durante los años posteriores a la fundación de Puebla ya que gracias a él algunas edificaciones se llevaron a cabo tales como La Capilla del Rosario en el Santo Domingo, las obras para concluir La Catedral y obras civiles como El Puente de México, desafortunadamente por cuestiones de difusión en la historia es que no se le da el crédito que realmente amerita. 

La vida para las religiosas dentro del Convento fue una cosa impresionante. Desde el momento en que ellas entraban a las instalaciones del Convento no volvían a salir. 

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A continuación te contaremos la historia de algunas de sus salas: 

El convento contaba con dos jardines, uno para las monjas profesas y uno para las monjas novicias, en este último, trabajadores del museo aseguran que se puede observar de vez en cuando el espíritu de una novicia recorrerlo. 

Al ser un lugar de claustro total no se permitía que el público exterior pudiera ver a las monjas que se encontraban ahí y mucho menos a ellos se les dejaba ver otras cosas, solamente podían entrar al Coro bajo y al coro alto y a través de una pequeña cancela escuchaban misa así mismo se les permitía comulgar a través de una diminuta cavidad donde apenas cabían una parte de sus rostros para poder comulgar.  

Su vida monjil terminaba hasta su último día y se dice que no volvían a salir a las calles pues al fallecer sus restos ahí mismo eran sepultados en un lugar que se encontraba abajo del coro bajo.  

Al pasar unos 20 años sus restos eran trasladados a un lugar más reducido del coro bajo para que así otra monja ocupara el lugar de descanso al momento de su muerte.  

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No se tienen números exactos de cuantos cuerpos fueron sepultados pero con base a una noticia dada a conocer por un periódico en 1936 se mencionó que al llevar a cabo la instalación de la luz eléctrica dentro del museo los encargados de esta labor pisaron un hueco, al abrir este sitio encontraron las escalinatas que les condujeron a donde se encuentran los restos de las monjas. 

En el coro alto está el corazón de su fundador ya que el Obispo Manuel Fernández pidió que lo más importante de él se quedara con sus hijas las más queridas. Al principio las monjas guardaban el corazón de su fundador en una caja de madera posteriormente fue colocado en un frasco de formol cuando el Convento pasó a ser Museo. 

Precisamente en las escaleras que unen a los coros, también quienes laboran en el lugar han dado testimonio que logran percibir de vez en cuando a una religiosa recorriéndolas. 

Dentro del Convento se pueden encontrar diferentes salas dedicadas a exhibir como era la vida de las monjas durante su vida religiosa por ejemplo, la sala de placeres, es decir el lugar donde las monjas llevaban a cabo su aseo personal y dependiendo de las reglas asignadas podía ser con una frecuencia de hacerlo una vez a la semana y así poder tener el cuerpo limpio así como el alma. 

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En la sala de reuniones se llevaba a cabo la asignación de la tarea de cada monja pues es importante mencionar que entre ellas tenían diferentes oficios, había cocineras, las que se encargaban de los huertos y así respectivamente. 

La cocina, vestida actualmente aún con sus utensilios originales contiene la leyenda que de ahí surgieron los chiles en nogada, mismo atributo que pelea con el ex convento de Santa Clara, aunque no existe algún documento que dé la razón a alguno de los dos. 

Para conectar al comedor las monjas tenían que cruzar por la alacena, cuarto de paredes gruesas que fungía con el objetivo de mantener los insumos frescos, en otras palabras, el primer refrigerador de la historia. 

El comedor donde las monjas tomaban sus debidos alimentos tenía que reglas que tal vez en estos días nos parecerían absurdas, ya que ellas debían comer en total silencio. 

El Convento fue descubierto terminando con sus funciones monásticas en 1934 después de 250 años de sus actividades pasando así a ser el Museo de Arte Religioso que ahora nos abre sus puertas para admirar todo el patrimonio histórico que nos ofrece. 

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Se dice que para poderse esconder de las autoridades, las religiosas pusieron como fachada oficinas civiles, quienes le pasaban alimentos e insumos a través de una puerta pequeña que tenía como mecanismo una campana. 

En una revisión de rutina, un detective tiró el jarrón donde se escondía la campana y por mera curiosidad la hizo sonar. Las religiosas al escucharla abrieron la puerta dejando al convento al descubierto. 

Como extra, en una de las salas existen unas pinturas de terciopelo realizadas por Rafael Morante, originario de Cholula, en el siglo XIX. La técnica del pintor es tan exacta, que parece que cada una de las pinturas cobra movimiento de acuerdo con la posición de quien la mira. 

El Museo de Arte Religioso, ex convento de Santa Mónica abre sus puertas al público de martes a domingo en un horario de 10:00 a 18:00 horas. El costo de recuperación por persona es de 60 pesos

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