A esto se enfrentan las mujeres víctimas de violencia ácida

Los ataques con ácido, una muestra de la falta de justicia e impunidad de la violencia contra las mujeres en México

María Elena Ríos denuncia impunidad en su caso
Freddy Angón María Elena Ríos denuncia impunidad en su caso

Después de que María Elena Ríos, saxofonista oaxaqueña y víctima de un ataque con ácido en 2019, denunciara en redes sociales la liberación de su agresor, el exdiputado priista Juan Antonio “N”, se revivieron algunos casos de mujeres que sufrieron violencia ácida y los procesos médicos y psicológicos que atravesaron para intentar recuperar sus vidas.

¿Qué es la violencia ácida?

La violencia ácida es un ataque en contra de mujeres, en el cual se involucra el uso de sustancias corrosivas, como el ácido, que son arrojadas sobre la cara o el cuerpo con la intención de desfigurarlas o causarles la muerte.

Las quemaduras de ácido son tan graves que pueden ocasionar la pérdida de la movilidad de las zonas lesionadas, por lo que las víctimas, en caso de sobrevivir, deben someterse a varias cirugías para reconstruir su rostro u otras partes de su cuerpo.

Esmeralda, Carmen, Martha, y María Elena fueron víctimas de violencia ácida

De acuerdo con una serie de entrevistas realizadas por Animal Político en el año 2020, cuatro mujeres víctimas de violencia de género fueron atacadas con ácido, pero decidieron contar su historia y lo que han enfrentado para su recuperación.

Esmeralda Millán

Esmeralda tiene 29 años y fue rociada con ácido por su expareja junto con otras tres personas el 2 de diciembre de 2018, en Puebla.

De acuerdo con su testimonio, vivió con su agresor casi ocho años hasta que lo dejó por su comportamiento violento, pero al hacerlo, él la amenazó, asegurando que si no iba a estar con él, no lo estaría con nadie. Luego ocurrió la agresión.

El ácido le quemó el rostro, el cuello, las manos y el pecho. A su mamá también le cayó en el brazo y en una de sus mejillas, pues iba con ella cuando ocurrió la agresión.

Narró que cuando llegó a urgencias, los doctores se tardaron media hora en atenderla.

“No sabían cómo tratarme ni qué hacer; tuvieron que reunirse en junta urgente para ver qué protocolos iban a seguir; en ese tiempo, mi piel se seguía quemando”.

Durante el ataque, Esmeralda tragó ácido, lo que le provocó un daño en su garganta que le impidió ingerir comida por varios meses, sobreviviendo solo con malteadas. Uno de los cirujanos que forman parte de la red de apoyo de Carmen le realizó una cirugía para que pudiera comer.

Luego viajó a la Ciudad de México para ver en qué lugar podía realizarse un trasplante de córnea y acudió al Hospital de la Ceguera para pedir informes.

“Me trataron muy mal. Una doctora con toda la insensibilidad del mundo me dijo que si yo no entendía qué significaba la palabra ceguera, que ese hospital era para personas que no ven nada, que yo mínimo tenía una córnea sana y completa. Me dijo: ‘creo que con ese ojo tú puedes hacer tu vida normal; cuida tu córnea sana y ya no le des prioridad a la otra’”.

Esmeralda quiere trabajar, pero ha sido complicado reintegrarse a la sociedad. Cuando hace calor, las cicatrices le arden y no puede estar expuesta; cuando hace frío, le duelen. Si la ven con un parche en el ojo, le dicen que no pueden darle empleo porque no ve bien.

Carmen Sánchez

El 20 de febrero de 2014, la expareja de Carmen Sánchez le roció una botella con ácido en la cara y en el cuerpo. Su agresor no fue detenido, por lo que ella tiene claro que “hay riesgo de que haya más agresores porque hay impunidad”.

Antes del ataque, Carmen había denunciado dos veces a su expareja, una por delito sexual y otra por sustracción de menor, pero las autoridades del Estado de México nunca procedieron.

Carmen tiene injertos en brazos, piernas, pecho, tórax y cara; su cuello fue severamente dañado. Su párpado todavía no está reconstruido y existe el riesgo de perforación ocular porque este no cierra.

Cuando llegó a urgencias, los doctores no sabían cómo atenderla y le aventaron agua de frente y a presión; luego le untaron una pomada y la vendaron. Después de 13 horas, fue trasladada al Hospital Magdalena de las Salinas del IMSS, donde le dijeron que el ácido seguía actuando en su cuerpo.

Carmen fue hospitalizada casi 8 meses tras varias cirugías, principalmente de injertos. En octubre de 2014, la dieron de alta y regresó a casa sin ninguna medida de protección ni atención psicológica. Sus lesiones le impidieron volver a trabajar, por lo que perdió el derecho de contar con los servicios del IMSS.

Martha Ávila

Martha Ávila fue rociada con ácido a la edad de 59 años por el exmarido de su hija, quien fue el blanco de la agresión el 8 de marzo de 2017.

Su familia luchó para que su ataque se clasificara como intento de feminicidio y no solo como agresiones, pero las autoridades le dijeron: “pero si no es para tanto”.

Su agresor fue detenido y sentenciado a 24 años, pero más tarde se redujo a ocho porque aceptó su culpabilidad. “Cuento los días para que salga y hay mucho miedo”, reconoce Martha.

En el ataque sufrió quemaduras en el 40% de su cuerpo, principalmente del lado izquierdo: en el brazo, espalda y piernas. Gracias a sus reflejos, logró voltear y el ácido no quemó su rostro, pero perdió una oreja.

Martha fue atendida en la unidad médica para quemados de Lomas Verdes del IMSS por tres meses, en donde le realizaron 13 cirugías.

“Las autoridades médicas te ayudan meramente para sobrevivir, para salvarte la vida. Después todo queda en tus manos y en las de tu familia. Yo salí en camilla del hospital aún con mucho dolor y no pude retomar mi vida de la misma manera. Las rehabilitaciones también son tremendas, muy dolorosas”, dijo.

Martha tuvo un acercamiento con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Edomex para acceder a una ayuda económica, pero no logró nada.

María Elena Ríos

El 11 de septiembre de 2019, María Elena Ríos Ortiz, saxofonista de la región mixteca de Oaxaca, fue atacada con ácido y durante su recuperación fue acompañada por su familia y también por Carmen, Esmeralda y Martha.

Silvia explicó que cuando ocurrió el ataque a su hermana, una ambulancia de la Cruz Roja trasladó a María Elena a un hospital privado. “No sabían qué hacer con ella, le dieron antibióticos, pastillas para el dolor y tardaron en bañarla; ahí se quedó unas ocho horas hasta que nos dijeron que la trasladáramos a un hospital de especialidades”.

La familia tardó 12 horas en trasladarla al Hospital de Huajuapan de León, donde ellos viven. Buscaron el apoyo de la presidencia municipal, pero el secretario de Salud de la entidad les dijo que no había camas disponibles.

Bajo la presión de la familia, las autoridades aceptaron llevarla al Hospital Civil, el más grande de la entidad. Después de tres meses ahí y tras 20 días de su primera cirugía de injertos, la saxofonista fue dada de alta.

Este 14 de agosto, María Elena informó que su agresor, el exdiputado priista Juan Antonio N., fue liberado después de cinco años de proceso legal por haber sido el autor intelectual de intento de feminicidio.

A través de sus redes sociales, explicó que el juez José Gabriel Ramírez Montaño no asistió de forma presencial a la audiencia de clausura y acusó que existen acuerdos entre la defensa de Vera Carrizal y las autoridades para que su agresor sea liberado